El ánimo al escribir este artículo, no es crear un ambiente de zozobra y de miedo; sino alertar a las personas de las repercusiones y consecuencias del cambio de pensamiento y por ende de acción de los seres humanos en las últimas décadas. Cambio acelerado que no sólo atenta contra la continuidad de nuestra especie; sino con la sostenibilidad de la vida en nuestro planeta.
Dichas acciones repercuten a diario en nuestras sociedades. Un aumento descontrolado de la explosión demográfica, que en pocas décadas de no manejarse por los gobiernos de forma racional y ética, pondrá en peligro el equilibrio natural de los recursos finitos existentes; un cambio climático sin precedentes y con gran poder de destrucción y transformación, especies animales y vegetales desapareciendo, nuevas enfermedades pandémicas causadas por virus y bacterias creadas o mutadas en laboratorio, sufrimiento, pobreza e ignorancia intencionales, generadas por actores que pretenden enriquecerse sin importarles utilizar y destruir, guerras, etc.
Lo vemos a diario en los noticieros y en las redes sociales, y en la mayoría de los casos, pareciera no importarnos, creemos que nunca nos tocará, lo vemos muy lejano. Lo aceptamos cómo un “castigo divino”, consecuencia de nuestros “pecados”. No hay tal, es más bien la consecuencia de nuestro cambio obligado de mentalidad y por ende de conciencia.
“Todo en la vida, es cuestión de ética”.
A mí parecer y del de muchos pensadores, filósofos, sociólogos y personas, ese cambio está relacionado con el “Transhumanismo”, una corriente de pensamiento, que la mayoría desconoce y a la cual en su versión más “oscura”, no se le ha querido dar la autoría de gran parte de los “nuevos males de la humanidad”.
Trataré de explicar lo más claro posible, el porqué de las afirmaciones anteriores; para que una vez, mostrada toda la amplitud del concepto y las innumerables ramificaciones que se desprenden de él, saquemos nuestras propias conclusiones. Eso sí, dejando de lado todas aquellas ideas y enseñanzas preconcebidas a nivel religioso, social, filosófico y ético.
Mi intención no es juzgar, sí acusar y concientizar; porque al igual que ustedes soy una víctima y un protagonista social. Por lo tanto, nos corresponde y es nuestro derecho, como ciudadanos del mundo conocer por qué están sucediendo cosas tan terribles, sus causas y posibles soluciones. Y una vez conocido y analizado el tema; tomar una postura al respecto.
Los seres humanos tenemos derecho a establecer nuestro futuro de forma autónoma y no permitir que otros seres humanos, tracen nuestro camino y decidan que debemos pensar y hacer. “Máxime cuando sus acciones están movidas por intereses egoístas”.
A lo largo de nuestra historia como especie, hemos intentado superar nuestras limitaciones; usando para ello los adelantos técnicos al alcance. Y no es incorrecto. El “Transhumanismo” en el buen sentido de la palabra, busca mejorar nuestra especie y su calidad de vida, pero sujetos los cambios a connotaciones humanísticas de tipo ético y moral. Buscando el beneficio de toda la especie y no de unos pocos individuos.
En el siglo XX, pretendimos extirpar por medio de los adelantos tecnológicos y científicos nuestras deficiencias, enfermedades, sufrimiento; e incluso la “muerte”.
Para ello, nos hemos valido de conceptos tales como el “Futurismo” (desarrollo de máquinas y tecnologías), el “Eugenismo” (uso y manipulación de la información genética, para “mejorar las razas”) y el “Posthumanismo” (uso de la información, basada en el desarrollo de la electrónica e informática).
Su desarrollo y alcance actual, nos ha dado la idea equivocada; que podemos disponer a nuestro antojo de los recursos finitos del planeta y lo peor de todo, de los demás seres humanos. Con la excusa de pretender “mejorar el mundo” y las condiciones generales de vida de la raza humana.
“Jugamos a ser dioses” sin tener en cuenta, la precaria situación que muchos de nuestros hermanos enfrentan diariamente; generadas directa o indirectamente por las acciones de las grandes “multinacionales” y grupos económicos, en su afán de “dominar el mundo”, apoyados por gobiernos corruptos; con el beneplácito y la indiferencia nuestra.
Se podrían evitar, si quisieran esos actores; el sufrimiento y muertes generadas por circunstancias tales como: falta de agua potable, de alimentos, uso de fármacos, guerras, desalojos, desplazamientos, etc. ¡Respetados lectores, analicen y saquen sus propias conclusiones!
Al actuar de esa manera durante décadas; se han venido produciendo fracturas (fisuras), en la sociedad, en la vida y comportamiento humano, que generan entre otros males: “la pérdida de respeto hacia los seres que habitamos el planeta y hacia la vida misma, que es sagrada”.
Un gran miedo a sufrir, a morir… que nos impulsa a “mejorar nuestra calidad de vida”, aún a costa, de la de las demás personas y seres y que de forma egoísta ha ido fomentando el “individualismo”.
En este “caldo de cultivo” surge la “bioética”, con muchas corrientes, algunas erradas y ninguna absolutamente correcta. Su estudio abarca temas como: El principio de la vida humana, su desarrollo, sexualidad y comportamientos referentes, el estudio del cerebro, su potencial y el “fin de la vida” (muerte).
En los laboratorios, se empieza a estudiar y a manipular la sexualidad, la fecundación; a los seres humanos resultantes de estos experimentos, sus capacidades, habilidades, taras, enfermedades, pensamientos y actuaciones.
Hechos cronológicos de ello, se dan a continuación:
En las décadas del 60 y 70, se generalizó y aceptó por parte de la sociedad el concepto del “amor libre”; lográndose la primera fisura a nivel social y de conciencia (sexo al margen del amor).
En la década del 80, nace el primer ser humano de “probeta”; lo cual produce la segunda fisura; (la separación entre sexo y procreación).
En la década de los 90, con el desarrollo de la ciencia genética y de reproducción asistida, se permite el nacimiento de la “oveja Dolly”, generándose la tercera fisura (separación entre el sexo y la naturaleza).
En las dos primeras décadas del siglo XXI, se han centrado los esfuerzos; no sólo en “perfeccionar la vida”, con la excusa de mejorarla para facilitar el desarrollo de la humanidad, sino de superarla, manipularla y dominarla; sin importar los medios, para facilitar la “inmortalidad humana”. (separación entre la materia y el espíritu; desvirtuando las leyes espirituales y naturales).
El Transhumanismo.
“Es un movimiento intelectual y cultural que sostiene la posibilidad y obligatoriedad “moral y ética” de mejorar las capacidades físicas, intelectuales y psíquicas de la especie humana, mediante la aplicación de la inteligencia artificial y de la eugenesia”.
Su finalidad es eliminar todos los aspectos indeseables de la condición humana. Persigue “conseguir una especie humana superior”, utilizando para ello la ingeniería genética, la eugenesia embrionaria y prenatal, la “nanotecnología” y biotecnología aplicada al cerebro.
Se sirven de pacientes enfermos o fallecidos, de individuos pagos y de “reanimaciones futuras” (cuerpos mantenidos criogénicamente). Parten de un planteamiento: “El beneficio que para la especie trae la perfección física y psíquica, permitirá aumentar las capacidades y habilidades que en un momento dado, garantizaran su supervivencia y sostenibilidad”. Pero olvidándose que el ser humano es también “espiritual” y que la “verdadera evolución humana, no es física ni mental, sino espiritual”. Ese es el “transhumanismo ideal”.
¿Una vez conseguido su propósito, qué sigue? ¿La destrucción, el aniquilamiento, la esclavitud de aquellos seres humanos “inferiores” que no han alcanzado la perfección buscada?
Recordemos iniciativas funestas anteriores al respecto, debidas a planteamientos filosóficos, religiosos y científicos similares:
La búsqueda y consecución del “espacio vital” para el pueblo “ario- alemán” por parte del tercer Reich y sus desafortunados intentos de eliminar a las “razas inferiores”; utilizando unas incipientes genética y eugenesia; llegando a extremos “inhumanos” de asesinatos masivos, persecuciones, esclavitud y degradación.
La comercialización y esclavitud de seres humanos, basándose en la falsa creencia que pertenecían a “razas inferiores”. Situación permitida y aceptada en forma general por el resto de la “humanidad civilizada”.
¿Hemos cambiado? ¿Qué garantiza que la búsqueda actual del hombre perfecto; no siga estas “tendencias” destructivas e inhumanas?
El desconocimiento total o parcial de las leyes espirituales y naturales, por parte de la humanidad, en la búsqueda de “mejorar al Homo Sapiens- Sapiens”, lo único que logrará, sino se hace un alto y se reconsideran los aspectos espirituales, éticos y morales, será simplemente la destrucción de la civilización y por consiguiente la “evitada involución de la especie”. Eso sino destruimos el planeta antes.
Hay que recordarles a esas “minorías elitistas”, por medio de nuestro rechazo y objeción de conciencia, que la verdadera búsqueda y logro es la evolución de la raza hacia el “Homo Concientis”.
Es muy importante recalcar también que este predominio de la “Biotecnología”, supone la pretensión de “reducir todos los organismos vivos y los ecosistemas a información genética y/o electrónica” y luego usar esta para superar los límites del espacio y del tiempo.
Con lo anterior, se puede dar una triple pérdida a futuro; la del cuerpo humano, tal y como lo conocemos, la relación con el ambiente físico que nos rodea y la de nuestra “humanidad”.
El “Posthumanismo” conlleva a la exaltación de la tecnología como liberación de lo humano, basado en:
El rechazo de la “deficiencia moral”.
El rechazo de la “deficiencia física”.
El rechazo de la “diferencia sexual”, liberando aparentemente a la mujer del coito y la maternidad física.
Considero importante mencionar que el “cuartel” más importante del “Transhumanismo” en la actualidad es “Silicon Valley”. Allí se planifican y desarrollan las tecnologías y personas que a futuro van a liderar, el cambio.
Trascender se reduce para los seguidores de la “filosofía transhumanista” a copiar el cerebro humano en un ordenador y digitalizarlo como un “software”. De esa forma, y según ellos, se vencería a la muerte; alcanzando la tan anhelada inmortalidad de la raza humana.
Es propicio traer a colación y comparar lo anteriormente expuesto con las antiguas tradiciones que hablan de la lucha primigenia entre las facciones que defendían el “conocimiento” como medio para alcanzar el bienestar “material” por medio del desarrollo de las técnicas y del “saber hacer” y las que defendían la sabiduría, como virtud para evolucionar “espiritualmente”, desarrollando integralmente el “ser”. Que es en definitiva, el objetivo principal de los seres humanos.
La inmortalidad del alma se alcanza por medio de la búsqueda del amor, la sabiduría y la verdad.
En la actualidad, el “dataismo” promulga que el universo se reduce a un incesante flujo de datos, negando la diferencia entre la inteligencia humana (capaz de sabiduría- Conciencia) y el conocimiento derivado de las (ciencias e informática).
El movimiento “transhumanista” se ha extendido considerablemente, a pesar del desconocimiento al respecto de la mayoría de las personas. Existen diversas asociaciones transhumanistas que en su totalidad son “elitistas”; equivalentes al 1% de la población que controla la riqueza mundial y hacen caso omiso de las necesidades del 99% restante. No les interesan la miseria y las situaciones de injusticia que a diario padecen. Desprecian la creación; por lo tanto se oponen a la procreación en el seno de una familia y promueven la reproducción en serie de los seres humanos, para su “utilización”; con el consiguiente “control de calidad” que debe eliminar a los defectuosos.
Observando el día a día de nuestra sociedad, nos damos cuenta que se ha permeado nuestra vida diaria. Se busca afanosamente controlarnos, utilizando entre otras muchas cosas, la dependencia a la tecnología, la desinformación, el manejo globalizado de nuestros datos personales.
Lo anterior busca “deshumanizar” al individuo, convirtiéndolo en una “pieza de producción” moldeable y descartable; un número que desde que nace esta “mentalizado” para producir, consumir y obedecer. “En el momento que deja de ser útil, puede y debe ser eliminado”.
Pensar y trabajar desde y para el “verdadero humanismo”, se logra conociendo el significado y la misión última del ser humano. “Todos los seres humanos tenemos una dignidad inalienable, lo que implica que no puede, ni debe ser tratado en ningún caso como un simple “medio- objeto”, sino como “un fin”.
La no aceptación del “roll humano” hace que el hombre surque un futuro incierto y utópico, puramente material y por lo tanto superficial, que le alejará de su verdadera misión.
Lo importante ahora es volver a humanizarnos y para ello podemos emplear herramientas simples pero efectivas, que están a nuestro alcance.
Algunas son:
“Vivir la naturaleza”; paseando, contemplándola, volviendo a ella y concientizándonos que hacemos parte de ella y que sin ella no podemos existir.
“Vivir la experiencia del arte”, para volver a sensibilizarnos con la belleza del universo (la pintura, la danza, la música, la poesía alimentan el espíritu).
“Vivir con sentido del humor”, la risa es una puerta a la felicidad y una medicina para cuerpo, mente y espíritu.
“Vivir aceptando el pasado”, para poder enfrentar el presente y proyectar el futuro, enriqueciéndolos con las experiencias anteriores.
“Vivir y no evitar la soledad”, que es nuestra mejor consejera y maestra.
“Vivir espiritualmente”, finalizando y aceptando el sentido del sufrimiento y de la vida, como cumplimiento y consecuencia de nuestros actos. Y no, como una mera búsqueda material y de éxito. De esa manera, se amplia y se nos muestra el verdadero sentido de nuestra dimensión espiritual.
“El Transhumanismo es una nueva gnosis, que desprecia totalmente la creación e insiste sobre todo, en la posibilidad de superarla mediante el conocimiento de la técnica, el dinero y el hedonismo”.
"La insoportable levedad del ser", oleo sobre cartón por Hernán Maz (1986).
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